El burnout o Desgaste profesional.
Como en el caso del estrés, el burnout o desgaste profesional, no consiste
en una situación o hecho que acontece en el seno de la empresa o el trabajo,
como es el caso por ejemplo de la violencia o el acoso; el desgaste profesional
consiste en el resultado de un proceso de estrés crónico laboral y organizacional
que termina en un estado de agotamiento emocional y de fatiga desmotivante
para las tareas laborales. Su carácter de riesgo laboral proviene de la extensión
alcanzada, de las importantes consecuencias laborales y personales que puede
tener y de la incipiente preocupación legal y jurisprudencial que ha tenido. Se
diferencia del estrés como riesgo psicosocial en sus mayores efectos sobre el
agotamiento emocional, más que en el físico, y su consiguiente pérdida de
motivación laboral.
Mientras que en el resto de riesgos psicosociales, las aproximaciones
conceptuales son en parte oficiosas, provenientes de los organismos que han
tratado con ellas, en el caso del desgaste profesional, las definiciones provienen
de autores reconocidos en el tema. La definición sin duda alguna más extendida
y generalizada proviene de Maslach y Jackson (1986, p.1) “El burnout es un
síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización
personal que puede aparecer en personas que trabajan con gente de alguna
forma.” La definición se centra en las variables que son evaluadas mediante el
Maslach Burnout Inventory (1981) de forma operativa. El agotamiento emocional
hace referencia al cansancio emocional que producen las tareas propias del
trabajo, la despersonalización al tratamiento distanciador que se aplica a las
personas que se tiene que atender y la baja realización personal recoge la baja
autoestima profesional que acompaña al ejercicio de la propia profesión. Los tres
componentes del síndrome son vistos inicialmente como una línea de
consecuencias a partir del agotamiento emocional inicial. A partir de 1993
(Leiter, 1993), el acento se ha desplazado hacia los dos elementos primeros,
siendo considerado el tercero como una consecuencia más que como elemento
propio del síndrome. A partir de 1996, la conveniencia de aplicar el síndrome
descrito no sólo a las profesiones asistenciales sino también a otras profesiones
llevó a reformularlo y a presentarlo como un síndrome consistente en
agotamiento, cinismo y falta de autoeficacia profesional (Maslach, Jackson,
Leiter y Schaufeli, 1996). Con ello se produce un cambio importante pues la
primera variable se define sencillamente como agotamiento y la segunda como
desvalorización del tipo de trabajo que se está efectuando.
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